Carmen Calvo a su círculo más cercano: «Puede haber elecciones en octubre de 2021»
La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, ha mostrado ya en público su enfrentamiento creciente con Podemos. Ni comparte el ataque de la formación morada a la Corona. Ni aguanta las críticas y menosprecio a la democracia española vertidos por Pablo Iglesias. Ni pasa por alto el intento de patrimonialización del feminismo que abandera de forma creciente Irene Montero. Y el resultado es que, en sus círculos más íntimos, Calvo ha empezado a admitir la posibilidad de que el choque con Podemos acabe en un panorama que fuerce a una “convocatoria de elecciones el próximo mes de octubre”. Octubre de este mismo año.
Las palabras de Calvo han sido vertidas en comidas de amigos. En presencia de gente de la máxima confianza -teóricamente-. Y en las que, por supuesto, no había prensa. Pero, pese a ello, el comentario ha trascendido ante la magnitud de la afirmación.
Carmen Calvo no habla a título personal. Lo cierto es que su postura empieza a ser creciente en Ferraz. Y, especialmente, en muchos de los perfiles clásicos y barones del partido, que ven en la forma de actuar del vicepresidente Pablo Iglesias una clara estrategia de radicalizar al Gobierno para forzar al PSOE a perder su capa de votantes más moderados y, por lo tanto, a perder ventaja con respecto a Podemos.
Y Calvo no está por la labor de permitir ese plan de Podemos. Esa convocatoria acelerada de elecciones no forma parte del plan de Moncloa. Pero, lo cierto es que todo depende de la agresividad y confrontación de Podemos, y de la marcha de la crisis económica y humanitaria.
Tensión en el Gobierno
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han visto ya en dos ocasiones en las últimas semanas. La tensión ha entrado en el Gobierno. Y ha impactado en dos partidos, PSOE y Podemos, condenados a entenderse, a desentenderse, a aliarse y a enfrentarse. Pero Sánchez, pese al respaldo de los morados a los violentos, pese a sus ataques a la Corona, pese a su apoyo a los okupas, pese sus desafíos a la disciplina de déficit de la UE, pese a la imputación de Podemos, pese a todo ello, por ahora, no quiere romper con el partido de Pablo Iglesias. O, al menos, Sánchez no quiere que los electores de izquierdas le culpen a él de una futura e hipotética ruptura del pacto de gobernabilidad.
El resultado de esta situación se ha plasmado ya en las últimas conversaciones entre Sánchez e Iglesias. Pero el presidente ha tranquilizado al líder de la formación morada garantizándole que su objetivo es “agotar la legislatura de la mano de Podemos”, tal y como ha publicado OKDIARIO. El mensaje oficial afirma que, aunque efectivamente suenan rumores de adelanto electoral aprovechando una posible imputación del propio Pablo Iglesias por el caso Dina, esa no es la estrategia oficial de Moncloa.
Pero a nadie se le pasa que, mientras Sánchez intenta calmar las aguas, Podemos no deja de encontrar nuevos frentes con los que incrementar la tensión. Y ahora, uno de ellos, con fuerza propia, es la segunda regularización fiscal de Juan Carlos I. Algo que promete convertirse en una nueva batalla en el seno del Gobierno. Porque tras la nueva regularización de 4,4 millones de euros de Don Juan Carlos, y tras ver que Pedro Sánchez limita su crítica al Rey emérito a hablar de conducta “incívica” e “irregularidad”, Podemos quiere ir más allá. De hecho, mucho más allá: las presiones internas en el seno del Gobierno han vuelto a surgir porque el partido de Pablo Iglesias quiere que la regularización no mate la vía penal y que la Fiscalía investigue el caso como delito fiscal.
El propio Pedro Sánchez ha pedido a sus cargos que relajen las críticas a la formación de Pablo Iglesias. El mensaje, de hecho, se ha convertido en una orden a los suyos de «aguantar y resistir». Un mensaje que Sánchez ha trasladado a los dirigentes, barones y cuadros del PSOE para tragarse los desplantes, deslealtades y ataques que reciben casi a diario de parte de sus socios de Podemos. El presidente asume que los morados no van a cambiar su forma de actuar y anima a los suyos a «convivir con su confrontación». Porque no quiere más tensión de la ya existente.
Desgaste de Podemos
La estrategia del jefe del Ejecutivo es clara: por ahora silenciar las críticas y dejar que sean los morados los que queden en evidencia y se desgasten ante el electorado de izquierdas, que no ve con buenos ojos que se bombardee la gobernabilidad lograda. Y, sobre todo, que ese ejemplo de relajación sirva para terminar de convencer a Podemos de que el camino debe ser la prolongación del Gobierno y no su puesta en peligro.
Pero el PSOE vive el día a día de esas confrontaciones. Y líderes como Carmen Calvo empiezan a agotar su paciencia. Y son conscientes de que, quizás, unas elecciones anticipadas diesen un cambio en el Gobierno actual: con más peso para los socialistas y menos para Podemos, que no ha dejado de mostrar su debilidad en las elecciones autonómicas celebradas desde la formación del actual Ejecutivo.
Sánchez no va a mover otra ficha por ahora. Pese a las exigencias dentro de sus filas de acelerar la salida de Podemos del Ejecutivo, sobre todo después del cuestionamiento de la democracia española por parte de Iglesias o Pablo Echenique, el líder socialista aguantará. Paralelamente quiere que los suyos dediquen su tiempo a proclamar las bondades del Gobierno y vendan la acción gubernamental.
En Ferraz y en Moncloa son conscientes de que los morados son los que más se desgastan formando parte del Gabinete ministerial. Aunque algunas de sus salidas de tono pueden afectar también a los socialistas, la incidencia sobre los hombres de Sánchez, aseguran, es mínima. Sin embargo la defensa de unas posturas radicales, antimonárquicas y hasta violentas en la calle, y el tener que asumir un doble discurso dentro del Gobierno, apuntan, «alejan a Podemos cada vez más de su electorado».